viernes, 16 de diciembre de 2011

El origen del árbol de Navidad




La Navidad… ¿Tenía Navidad el pueblo celta? ¿Tenían árbol de Navidad? Si tenéis curiosidad por saber la respuesta a estas preguntas y conocer más sobre ello solo tenéis que leer este artículo. 

Deciros que la Navidad es una festividad principalmente cristiana, aunque muchas costumbres y tradiciones de estas fiestas proceden de la religión pagana practicada por los celtas cuyo contenido y simbolismo era completamente diferente a la cristiana. 

Los celtas celebraban por estas fechas una fiesta muy particular y de cuyo origen procede la famosa tradición popular de tener un árbol de Navidad. ¿Qué sería de la Navidad sin ese árbol lleno de luces mágicas y bolas de colores?

Para los celtas eran muy importantes los solsticios, dedicándole festividades con un marcado carácter pagano y cuyo protagonista principal solía ser por antonomasia la naturaleza. En este caso, para festejar el inicio del solsticio de invierno celebraban una festividad con muchos tintes actuales navideños. Esta festividad se denominaba Yule, cuyo nombre procede precisamente de los países nórdicos y germanos.  Ahora bien, ¿Qué significa Yule?

Yule  o Yuletide, también llamada "Festividad de Yalda" son antiguos términos arcaicos indoeuropeos usados para referirse a  fiestas muy antiguas en las que se celebraban los cambios de la naturaleza. Esos cambios iban en torno a la dualidad Naturaleza - Sol, como tratándose de una pareja divina dadores y sustentadores de la vida.

Esta festividad es una de las más antiguas y más difundidas de la tradición celta con origen como decimos en los países nórdicos y es por ello que no llegó a formar parte del calendario druídico hasta que fue llevada a territorio celta por los invasores noruegos. De hecho, se sabe que sus inicios se remontan incluso al antiguo Egipto, en el 5000 a.c. (para festejar el nacimiento de Horus, su "rey sol") y a la antigua Sumeria (para celebrar el nacimiento del dios Mitra), sufriendo, como es lógico, numerosos cambios y estando siempre presente a lo largo del tiempo.

Yule significa rueda en anglosajón, como en noruego Iul. El equivalente celta es cuidheal”. En galés en cambio este festival era llamado “Luz de invierno”.  Evidentemente este término se refiere a la rueda solar, al Sol como representación divina. 

Sin embargo también hay registros en los que esta festividad era llamada Alban Arthuan en tradiciones druídicas y que vendría a significar algo así como “El solsticio de la batalla del oso”. Alban ("Solsticio") + arth ("oso") + gwan ( "batalla")  siendo este animal, sagrado para la diosa-madre. De hecho, se sabe que se depositaban pieles de oso en las cunas de los recién nacidos como símbolo de la protección del Oso de la Gran Madre. La fuerza de este animal y su poder eran un símbolo muy poderoso para los antiguos celtas que llevaban consigo dientes de oso como amuletos. 

En sus inicios, esta festividad pagana representaba el renacimiento del Rey Roble, el Dios Sol, el Creador de la Vida, que calentaba la Tierra helada; y la “diosa”, la Madre Tierra, que con él cuidaba y guardaba las semillas durante el otoño y el invierno en sus entrañas esperando el aumento de luz y calor para brotar y florecer.


Hay creencias y antiguas tradiciones de origen fundamentalmente celta que designan al Rey Roble y el Rey Acebo, como representantes de la fertilidad cortejando a la Diosa Tierra. La mitología gaélica establecía que cuando los días eran largos reinaba en la tierra el dios del cielo (el roble) y cuando eran cortos, el dios de la tierra y de los muertos (el acebo). En Yule, por ejemplo, el Rey Acebo (Dios del año menguante representando el invierno) es derrotado por el Rey Roble (Dios del año creciente y símbolo del verano) en el trono. Por lo tanto Yule no sólo marca la muerte y la reencarnación del Dios del sol sino que también diferencia las estaciones. Como veis hay distintas creencias y simbolismos que se entremezclan pero que simbolizan lo mismo: renacimiento.

Básicamente, esta festividad, conmemora la reaparición del sol después de la oscura y fría noche del invierno, pero hasta el momento de su adopción, los celtas esperaban hasta Ymbolg para festejar el renacimiento del astro rey. Conocido también como “El regreso del sol” o “estación oscura” por comprender los días de mayor intensidad invernal y menor cantidad de luz solar,  esta fiesta celta constituye la transición entre el Samhain y el inicio de la primavera, en Ymbolg o Imbolc. Son fechas de finalización y comienzo de etapas además de ser una etapa muy propicia para cualquier tipo de limpieza espiritual.
Esta celebración, el Yule, corresponde al Solsticio de Invierno, o 21 de diciembre siendo el día más corto del año. Esto es así porque se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz.  En consecuencia, esta fiesta se asocia al elemento Tierra aunque predomine el fuego que aquí se usa como catalizador. 

En Escandinavia, por ejemplo, existía la tradición de celebrar el Yule con bailes y fiestas donde el fuego era fundamental. También se sacrificaba un cerdo en honor de Frey, dios del amor y la fertilidad, que según la creencia controlaba el tiempo y la lluvia.

Se dice que esta noche (la noche del 21 de diciembre) estaba dedicada al misterio de la maternidad, dejando presentir esta gran experiencia del renacimiento del Sol saliendo del abismo del mundo, del seno maternal de todo ser. 


Según la Wicca moderna durante el Yule tiene lugar el alumbramiento del nuevo Dios del Sol, fruto de la unión de la Diosa Madre y su consorte, el dios Sol. Tras la muerte del dios Sol, en Samhain , renace el niño Sol, que crecerá y se unirá a la Diosa en Beltane para fecundar nuevamente la Tierra y morir una vez más con la última cosecha. Este alumbramiento pone de manifiesto la perfección del Universo, el equilibrio existente entre luz y oscuridad. Como deduciréis después de leer esto, esta fiesta celta está muy relacionada con la fertilidad y el comienzo y finalización de etapas. 

Otros investigadores más concienzudos afirman que el origen de esta festividad marcaba una pausa de 12 días cuyo periodo no está del todo definido pero cuyo día 21 de diciembre era en todo caso especial para ellos; durante ese tiempo todo debía detenerse. Era un tiempo sagrado que representaba la sucesión de las 12 lunas, llegando incluso hasta la treceava. Como buena amante de leyendas y mitologías deciros que la mitología escandinava afirmaba que durante estas trece lunas era cuando el Wyrd podía cumplirse, cuando el destino era fijado. 

Antes de esa fecha se abatía un gran árbol perenne que se mantuviera verde todo el invierno; aunque se ha demostrado que los celtas preferían el roble por ser su árbol más sagrado. Para seleccionarlo se atendía a los designios sagrados dictados por los druidas.
Hay incluso quien afirma en la existencia de diversos rituales, en los que los druidas plantaban un enorme tronco de árbol desvistiéndolo de todo follaje hasta quedar como un inmenso falo y que regaban con el esperma humano de los habitantes masculinos del poblado. Con este ritual característico se pensaba que la energía vital de los hombres se entregaba generosamente a la Diosa Madre para conseguir fructíferas y abundantes cosechas en la primavera. Desgraciadamente no hay indicios ni pruebas de semejantes ritos. 

Sea como fuere, sí se sabe que en sociedades celtas tardías influenciadas por tradiciones nórdicas, se situaban trozos de carne al pie de los posibles candidatos a árbol de Yule y unos observadores vigilaban los  cuervos, aves sagradas y cuya elección al devorar uno u otro trozo de carne designaba el árbol a elegir aunque la mayoría de las veces se saltaba este ritual para escoger un roble, el árbol preferido de los celtas, elegido previamente por el druida jefe del clan. Es más, el druida en la mayoría de las ocasiones era quien se comunicaba con los árboles para pedirles permiso y saber cuál era el árbol más adecuado, para luego tallar en él símbolos sagrados referentes al renacimiento, figuras masculinas y el sol.

Después de abatir el árbol el cual representaba a Igdrasil (El árbol del universo) se cortaban sus ramas que eran repartidas entre los vecinos y que adornaban con ornamentos evocando la luz de la vida y la fertilidad y abundancia en el mundo (el origen del árbol de Yule). En el tronco se inscribían los deseos colectivos de la comunidad, con la certeza que éstos se harían realidad estando gravadas en su sagrada madera. Y hacia el final de Yule se cortaba y se repartía entre la gente que lo guardaba durante todo el año y que lo quemaría cada uno en la noche de Yule del año siguiente. Sus cenizas se guardaban con veneración pues protegía la casa de todo mal, ya que se decía que podían curar enfermedades proporcionando suerte y abundancia

Durante la festividad de Yule era tradicional quemar este tronco (casi siempre solía quemarlo la madre de cada clan), en honor así al nacimiento del nuevo sol y el inicio de la primavera. Era también una época de análisis personal y de rectificación, para renacer espiritualmente. Todo lo vivido durante el año es lo que representaba el tronco o leño, y al quemarse simbolizaba el término de un ciclo y el nacimiento de otro nuevo. De esa tradición proceden los pasteles en forma de tronco (troncos de chocolate) que hoy en día se comen en Navidades y en numerosas festividades como ocurre en Francia con el famoso postre “La bûche de Noël (el tronco de Noel) que no es más que un pastel con forma de tronco hecho de chocolate y nueces, que para los galos representa el tronco quemado desde Nochebuena hasta año nuevo como promesa del nuevo comienzo.  

¿A que no lo sabíais?


 Como veis el Yule o “las fiestas de Yule” contiene ritos y significados que poco o nada tienen que ver con la actual festividad navideña pero en la que podemos distinguir claramente el origen del famoso árbol de navidad. No es casualidad que los celtas, sobre esta época, acostumbraran a adornar los árboles desnudos y cuyas hojas ya habían caído casi en su totalidad, con guirnaldas y lazos con la firme creencia de que así lo protegían del frío invierno y lo ayudaban a recobrar fuerzas para retoñar en primavera como símbolo de renacimiento y prosperidad. De aquí nace la tradición de adornar un árbol navideño con sus luces y guirnaldas. 

En el Yule actual se apagan viejas luces y se encienden otras nuevas para simbolizar el renacimiento y los buenos deseos para el año próximo, a partir del tronco de este árbol, que arde la noche del 21 de diciembre desde el atardecer hasta el alba, a partir de la llama del hogar, rodeada por aquellos seres queridos más cercanos. 

También existen varias tesis que dicen que, a menudo, en esta festividad de Yule, el pueblo celta  encendía fuegos menores o antorchas (en la actualidad encendemos velas) por los que se encontraban lejos, sabiendo que allá donde estuvieran, una llama hermana les respondería bajo el manto gélido de los cielos. Es más, la costumbre que tenían los celtas de colgar ofrendas de las ramas del Rey Roble  destinadas a sus dioses paganos y las antorchas que encendían para representar las almas de sus seres queridos muertos el año anterior, evolucionó en la tradición navideña de poner los regalos a los pies del árbol de Navidad y encender sus luces.

¿No os resulta admirable el simbolismo celta de esta fiesta, antepasado de la Navidad Cristiana? 

En esta festividad muchas sociedades paganas y movimientos druídicos modernos han rescatado y propuesto numerosos rituales e incluso comidas específicas para degustar en esta fecha tan especial en las que predominan las  nueces, manzanas y peras o panes y galletas con nueces. Las bebidas en cambio a proponer suelen ser infusiones de distintas hierbas, por ejemplo el té de jengibre, supongo que por tener propiedades fundamentalmente digestivas.

 A continuación os pongo un breve resumen del simbolismo de esta festividad celta tan especial.


SIMBOLISMO DE YULE:
Renacimiento del Sol, La Noche más Larga del Año,  Nuevas metas.
SIMBOLOS DE YULE:
Abeto, Roble, Acebo.
HIERBAS DE YULE:
Laurel, Pino, Roble, Salvia.
COMIDAS DE YULE:
Frutas, Nueces, Pavo, Té de jengibre.
INCIENSOS DE YULE:
Pino, Cedro, Canela.
COLORES DE YULE:
Rojo (por la sangre del parto), Verde (por el renacimiento) y Dorado (por el Dios-Sol)
PIEDRAS DE YULE:
Rubíes, Esmeraldas, Diamantes, Granates.
CLASES DE RITUALES DE YULE:
Paz, Armonía, Amor, Felicidad.
DEIDADES DE YULE:
Diosas: Brighid, Isis, Demeter, Gaea, Diana, La Gran Madre.
Dioses: Apolo, Ra, Odin, Lugh, El Rey Roble, El Hombre Verde, El Niño Divino, Mabon.


La tradición católica retomó esta fiesta pagana utilizándola y haciéndola más o menos coincidir con el día del nacimiento de Jesús, el Mesías, (25 de Diciembre) con la clara intención de asimilar esta festividad con la suya y  erradicar todo culto pagano. 

Seguro que más de uno está pensando, si los celtas escogían un Roble para adornarlo y adorarlo

¿Por qué nosotros adornamos un abeto y lo designamos como el árbol de navidad por excelencia? 

Resulta que uno de los religiosos más activos, hacia el siglo ocho, San Bonifacio (llamado “el apóstol de Germania”) se encontró con los rituales por estas fechas que realizaban los paganos alrededor del Roble.  No hace falta decir que los ritos paganos no le hicieron ni pizca de gracia así que el cristiano se propuso acabar con estos ritos a toda costa. Para ello cortó el árbol. Y lo que nació en ese mismo lugar fue un Abeto (hay otra versión que es la más lógica que  dice que el roble al talarlo cayó sobre un abeto, pero éste quedó milagrosamente intacto). Como consecuencia, Bonifacio proclamó el abeto como el “árbol del Niño Jesús”. Así fue como el abeto se convirtió en el árbol de Navidad para contrarrestar los ritos del roble. 

De esta manera, nacieron poco a poco las costumbres que hoy en día engloban lo que muchos llamamos Navidad.  

 ¿Qué opináis? 

¿Preferís el contenido cristiano o el significado celta de estas fiestas?


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